LAS REALIDADES DESATENDIDAS ANTE LOS ALTOS PRECIOS

LAS REALIDADES DESATENDIDAS ANTE LOS ALTOS PRECIOS

Por: Vera Espíndola.

En junio comienza la temporada de huracanes, pero en redes sociales y conversaciones dentro de la industria, muchos compradores de café verde sienten que están en medio de una tormenta perfecta, o incluso en su ojo. Una tormenta que ha llevado los precios del café a niveles récord. Los compradores están cada vez más preocupados por asegurar el suministro futuro.

Revisar la historia de los precios del café revela una tendencia clara: las caídas de precios—crisis para los productores—ocurren con mucha más frecuencia que los aumentos pronunciados, que tienden a inquietar a los compradores. Históricamente, los picos de precios han sido temporales y, con el tiempo, han regresado a niveles anteriores. Sin embargo, esta vez persiste la incertidumbre: ¿Será diferente? ¿Los precios realmente volverán a bajar o el panorama ha cambiado?

Mientras la industria se enfoca en contratos, renegociaciones y estabilidad de precios, en los países productores una de las preguntas de los caficultores sigue siendo: ¿Cuándo bajarán los precios y cuánto esta vez? Pero más allá de esta preocupación inmediata, hay una cuestión más profunda que no se está abordando: ¿Cómo podemos generar mayor estabilidad en la industria? Más importante aún, ¿cómo pueden los productores asegurar que su café les genere ganancias de manera constante, no solo cuando los precios están altos, sino en cualquier condición de mercado? Entender los costos de producción es esencial para que un negocio pueda establecer un precio justo y sostenible. Sin embargo, en la caficultura, este principio básico a menudo se pierde entre la volatilidad del mercado, la especulación y las barreras estructurales. Muchos productores —especialmente los pequeños— operan sin un sistema claro para calcular sus costos. Como resultado, incluso en momentos de precios altos, muchos tienen dificultades para beneficiarse.

El problema se hace especialmente evidente al analizar los costos de la mano de obra. En México, los cosechadores pueden recibir un pago por volumen recolectado o por jornada. Durante la cosecha 2024/25, los recolectores ganaron entre 250 y 300 pesos al día, un aumento del 25 al 50% en comparación con el año pasado, lo que convierte a la mano de obra en uno de los costos más signicativos para un productor. En los últimos 3 a 5 años, la escasez de trabajadores se ha convertido en un problema cada vez más evidente; muchos han migrado, encontrado otros empleos o, ya no quieren trabajar en el campo. Sin embargo, en las discusiones sobre la mano de obra a menudo se ignora un componente clave: el trabajo familiar. En muchas familias caficultoras, los miembros del hogar realizan tareas esenciales —cosecha, procesamiento y mantenimiento de la finca— sin asignar un valor monetario a su trabajo. Esto genera una percepción engañosa de rentabilidad.

Si una finca depende totalmente de trabajo familiar no remunerado, ¿es realmente rentable o simplemente está sobreviviendo a costa de quienes trabajan sin compensación?

Esto es muy relevante para los pequeños productores, quienes suelen absorber la presión financiera aumentando sus propias horas de trabajo o dependiendo de familiares y miembros de la comunidad para cubrir las necesidades de la finca. Si bien esto reduce los costos inmediatos en efectivo, también oculta el verdadero costo de producción. La realidad es que el trabajo familiar tiene valor. No reconocerlo distorsiona la economía del cultivo de café y perpetúa la inestabilidad financiera de los productores.

Lo que hace que la volatilidad de los precios sea especialmente problemática no es solo la incertidumbre, sino que muchos productores no cuentan con las herramientas para gestionar los efectos. No se trata sólo de sí los precios están altos o bajos, sino de si los productores tienen los recursos para afrontar estas fluctuaciones. Comprender sus costos —incluyendo el valor del trabajo familiar— les permite negociar mejor o, al menos, entender cuando están obteniendo ganancias, cubriendo costos o perdiendo dinero.

El sistema necesita más que picos de precios ocasionales. Requiere transparencia, educación financiera y un cambio fundamental en la forma en que se establecen los precios. El objetivo no debe ser aplaudir alzas temporales ni entrar en pánico ante caídas inevitables, sino construir una industria donde los productores puedan obtener ganancias de manera constante, sin importar el ciclo de precios.

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The hurricane season begins in June, but on social media and in industry dicussions, many green coffee buyers believe they are in the midst of a perfect storm—or even in the eye of one. This storm has led coffee prices to record highs, and buyers are increasingly concerned about securing future supply.

A look at the history of coffee prices reveals a clear trend: downward spikes—crises for producers—occur far more often than upward surges, which tend to unsettle buyers. Historically, price highs have been temporary, eventually returning to previous levels. Yet, this time, uncertainty lingers: Could this be different? Will prices truly fall back, or has the landscape shifted?

While the industry focuses on contracts, renegotiations, and price stability in producing countries, one pressing question for farmers is: When will prices drop, and by how much this time? But beyond that immediate concern, a more fundamental issue is being overlooked: How can we create more stability in the industry? More importantly, how can producers consistently profit from their coffee—not just when prices are high, but in any market condition?

Understanding production costs is fundamental for any business to set a fair and sustainable price. Yet, in coffee farming, this basic principle often gets lost amid market volatility, speculation, and structural barriers. Many producers—especially smallholders—operate without a transparent system for calculating their costs. As a result, even during price surges, many struggle to benefit.

The challenge becomes especially apparent when considering labor costs. In Mexico, pickers are paid by the piece or a daily rate. Looking at the daily wage, coffee pickers during the 2024/25 harvest earned between 250 and 300 pesos per day—an increase of 25-50% compared to last year, making labor one of the most significant expenses for a producer. This issue became critical in the previous 3-5 years due to labor shortages. Many workers have migrated, taken other jobs, or no longer want to work in agriculture.

Yet, discussions about labor often ignore a key component: family labor. In many coffee-producing households, family members perform essential tasks—harvesting, processing, and maintaining the farm—without ever assigning a monetary value to their work, misleading the perception of profitability. If a farm relies entirely on unpaid family labor, is it genuinely profitable, or is it simply surviving at the expense of those who work without compensation?

This is especially relevant to smallholder farmers, who often absorb financial pressures by working longer hours or relying on family and community members to fill labor gaps. While this reduces cash expenditures, it also masks the true cost of production. Family labor has value. Failing to account for it distorts the economics of coffee farming and perpetuates financial instability for producers.

Price volatility is particularly harmful because many producers lack the means to manage its impacts. For producers, it is not just about high prices but about having the tools to navigate these fluctuations. By understanding their costs—including the value of family labor—farmers can negotiate better or, at the very least, recognize when they are making a profit, breaking even, or losing money.

The system needs more than occasional price spikes. It requires transparency, financial literacy, and a fundamental shift in how we approach pricing structures. The goal should not be to celebrate short-lived highs or panic over inevitable downturns but to build an industry where producers consistently profit from their work—no matter the price cycle.